29 de enero de 2009

HAIKU



El HAIKU, por su brevedad expresiva, es enteramente imagen. Es el símbolo de una visión intuitiva de la realidad. No se trata de intelectualismo (propio del paradigma occidental), ni de sentido sentencioso, sino que es una imagen hondamente sentida. Se trata de eternizar sensaciones sublimadas y depuradas a través del poema.
El poeta ha de ser objetivo, pero sin dejar de ser sensitivo. A la vez ha de notarse su espiritualidad. Sugerente, pero conciso. Ante todo, el poeta debe ser completamente sincero y humilde ante la Naturaleza.
El haiku consigue que la experiencia concreta dle poeta se sumerja en la Naturaleza o en el paisaje para convertirla en algo universal. Para conseguir tal grado de sencillez y belleza, el estilo predominante es el nominal. Consiste en un arte de síntesis. El haiku apunta a la imagen como la estampa o la aguada japonesa.
El tema principal es la Naturaleza, porque ésta representa lo universal que hay dentro de nosotros (esta teoría sería semejante a la concecpión occidental macrocosmos=microcosmos). En nuestro interior se encuentran las cuatro estaciones, los cuatro puntos cardinales... La división geográfica y temporal se vuelca en la dimensión humana y, por tanto, es una división cósmica y trascendental.
El haiku, al captar el instante y el flujo natural de la vida cósmica, intenta transmitir el ideal de espontaneidad y frecsura. de ahí su escasa longitud y su ritmo pausado. En su creación han influido el Budismo hindú, el Zen chino y japonés, el Confucionismo, etc.
Utiliza lo que se ha denominado "palabras de estación" (ki), que funcionan por asociación (ki-go): las estaciones (calor, frío, brevedad o longitud dle día); el cielo y sus elementos, fenómenos atmosféricos, las estrellas; campos y montañas; templos, dioses y festividades; asuntos humanos como el cambio de ropa, la pesca, el cultivo; pájaros y pequeños animales; árboles, flores y todo tipo de vegetales, incluso hongos.
Autores destacados de haikus: Basho, Issa, Shiki, Onitsura, Saikaku, José Juan Tablada, Octavio Paz, Mario Benedetti, etc.
En la sección Sala de Lectura podes consultar una antología de haikus de Matsuo Basho.

LITERATURA JAPONESA

GENJI MONOGATARI
El Romance de Genji es una enorme novela japonesa, dos veces más extensa que El Quijote, en la que aparecen 430 personajes, todos aristócratas, y que abarca cuatro generaciones. Contiene también 800 poemas, todos tankas. Con todo, la obra quedó incompleta. Su autora, una mujer, MURASAKI SHIKIBU, que tardó veinte años en escribirla, desde 1002 a 1022. Su intención era presentar el mundo en su doble faz, el lado sombrío junto al luminoso, y transmitir lo efímero y lo bello de la vida.
El héroe principal es Genji (> Fuente) o Príncipe Radiante, hijo del Emperador. Shikibu novela los romances del protagonista. Genji tenía una esposa principal, Malvarrosa (Aoi), cuatro años mayor que él. Ambos conciben a Niebla Vespertina (Yugiri). Después, Genji tiene unas consortes secunadrias: Caparazón de Cigarra (Utsusemi); Violeta (Murasaki), su favorita por parecerse a un amor imposible; Pabellón de Glicinas (Fujitsubo), con la que mantiene relaciones adúlteras e incestuosas, pues era la consorte de su padre, y con quien tiene a Reizei; Flor de Azafrán, hija de un príncipe; Azahar, hermana de una amante de su padre; Gema, hija d eun gobernador; y la Princesa Tercera, su propia sobrina, quien lo traiciona con Roble, hijo de su rival Coronel Saicer. De esta relación entre Princesa Tercera y Roble nace el héroe de la segunda parte de la obra: Aroma.
Además de sus mujeres oficiales, Genji también disfruta de otros amoríos con nueve mujeres: la citada Pabellón de Glicinas; la Dama de la Sexta Avenida, viuda de un príncipe; la Dama de Noche, antes amante del Coronel; una Danzarina; una Azafata de Palacio, de sesenta años; Pálida Luna, que luego será consorte del Emperador; Otoñal, hija de la Dama de la Sexta Avenida y más tarde consorte de Reizei; Diadema, hija de Dama de Noche y del Cornel; y Pilar de Tala, luego consorte del hijo del Coronel, llamado Ciruelo Rojo.
La novela se considera la obra maestra de la literatura japonesa. La obra está dirigida a las mujeres de la aristocracia. Se trata, sin duda, d euna de las novelas más antiguas de la historia, si no la primera. Un bello retrato de la realeza japonesa entre los siglos X y XI.

18 de enero de 2009

MITOS DE ORIENTE

Debido a la enorme amplitud y a la casi inabarcable mitología oriental para el temario de esta asignatura, se propondrán dos relatos, uno mesopotámico, otro japonés, que, si bien no son equivalentes, sí revelan una de las máximas preocupaciones del hombre, la muerte y el Más Allá, además de que permiten establecer ciertas comparaciones con otros mitos similares, como el de Perséfone o el de Orfeo en su descenso a los infiernos.

INANNA Y DUMUZI


Inanna, diosa sumeria (confundida a veces con la acadia Ishtar), es la diosa suprema del amor sexual, de la fertilidad, del planeta Venus y también de la guerra. Tiene como esposo a Dumuzi, dios pastor de la vegetación, que encarna las fuerzas creativas de la primavera, y su matrimonio con la diosa simbolizaba la renovación de la vida al inicio del año (celebración del hieros gamos o matrimonio sagrado). Inanna decibe descender a los infiernos mesopotámicos, el "País sin retorno", donde reina su hermana Ereshkigal junto a su esposo Nergal, monarcas infernales, posiblemente para extender su poder hasta allá abajo. Enterada de sus planes, Ereshkigal comunica a los guardianes que le apliquen las antiguas leyes. Así pues, Inanna ha de atravesar siete puertas y, en cada una de ellas, debe despojarse de una prenda o de una joya, hasta que, finalmente, en la última, se desprende de su corona, es decir, se ha ido desprendiendo de todos sus poderes. Completamente desnuda, se encuentra ante Ereshkigal quien le lanza la "mirada de la muerte" y la bella Inanna cae enferma y muere. Su cuerpo es clavado en la pared. El visir de Inanna, al ver que su ama no vuelve, decide acudir al dios Enki. Éste crea a dos seres asexuados y les entrega la Planta y el Agua de la Vida. Bajan a los infiernos y consiguen revivir a Inanna, pero sólo podrá salir a condición de que entregue un sustituto digno de ella. Una versión del mito cuenta que la diosa, custodiada por los demonios que han de velar porque se cumpla la designación del sucesor infernal, al advertir que su esposo Dumuzi, lejos de estar penando por la ausencia de su amada, se había acomodado rápidamente en el trono, lo elegió para sustituirle. La versión más extendida del mito, no obstante, relata que la diosa lo designa con dolor y pena. No obstante, al final se decreta que Dumuzi pase en los infiernos sólo la mitad del año y su hermana Geshtinanna, "Señora de la vid", la otra mitad.

Dumuzi, entonces, posee varios aspectos. Encarna la vegetación, la fecundidad de la tierra y la fertilidad cíclica d ela naturaleza. Como dios moribundo, simboliza el marchitamiento anual de la vegetación (estancia en los infiernos). Dumuzi fue, de hecho, objeto de muchos ritos; algunos recrean el malestar de su ausencia protagonizados por plañideras que lamentan su pérdida y la desolación de la naturaleza; otros celebran su resurrección y la vida que vuelve al mundo. Tanto el descenso como el ascenso de Inann simboliza igualmente la interrupción y la recuperación de la fertilidad en el mundo natural, animal y humano.

El mito de Inanna y Dumuzi (o el de Ishtar y Tammuz) ha sido comparado por James Frazer en su obra La rama dorada con mitos semejantes (pero no idénticos) como el de Isis y Osiris, Afrodita y Adonis, Deméter y Perséfone, Astarté y Atis.

IZANAGI E IZANAMI

La principal fuente de la mitología japonesa es el Kojiki (Archivo de Asuntos Antiguos), un texto recopilado por un cortesano llamado Ono Yasumaro. Al principio, cuando la tierra era joven y no estaba formada, cobraron vida tres dioses invisibles en las Elevadas LLanuras del Cielo. Se juntaron con otras dos divinidades formando las Cinco Deidades Celestiales Separadas. Después llegaron otra generación de siete dioses que engendraron a la Pareja Primordial: Izanagi ("Varón Augusto") e Izanami ("Mujer Augusta").
Recibieron la orden de terminar y solidificar la tierra. Se subieron sobre el Puente Flotante del Cielo y agitaron el mar con una lanza. Se creó una isla y allí erigieron una columna celestial construyeron un palacio. Entonces decidieron procrear. La pareja inventó un ritual matrimonial: ambos rodeaban la columna, él por la izquierda y ella por la derecha; al encontrarse, se intercambiaban cumplidos y caricias, y mantenían relaciones sexuales. Tras un fallido primer intento (Izanami había hablado en primer lugar durante el cortejo), empezaron a tener muchos hijos: dioses y diosas, el viento, las montañas, los árboles... Pero también el fuego, quien, al nacer, quemó los genitales de Izanami. Ésta, muy enferma, siguió engendrando y pariendo hijos, en plena agonía. Finalmente murió. Izanagi lloró su muerte y de sus lágrimas salieron más dioses. Su pena se transformó en cólera y decidió bajar al Yomi, el inframundo, reino subterráneo donde habitan los muertos, llamado también Tierra de la Oscuridad o Tierra Profunda.
Izanami apareció a la entrada del Yomi, cubierta por un sudario. Su esposo la saludó con cario y le rogó que volviera con él. Izanami le dijo que debía consultarlo con los dioses y, antes de retirarse a la oscuridad, le pidió que no la mirase. Pero a Izanagi le consumía el deseo de verla, construyó una antorcha y se adentró en el infierno. Allí vio que Izanami era en realidad un cadáver putrefacto, cubierto de gusanos. Aterrorizado, huyó de aquel lugar. Su esposa, enfurecida, le lanzó varios demonios y una horda de guerreros. Al llegar a la puerta del Yoni, Izanagi encontró tres melocotones. Si comía de ellos, jamás podría regresar al mundo de los vivos. Lanzó los melocotones a los demonios y justo cuando Izanami estaba a punto de alcanzarle, Izanagi cerró el paso con una enorme roca. A ambos lados de la losa, los dos se vieron frente a frente y rompieron su compromiso.